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En la sierra del Perú se paga hasta 30 veces más los medicamentos

Por actua.pe
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Entrevista a Javier Llamoza, decano del Colegio Químico Farmacéutico- departamento de Lima.

¿Cuáles son los factores que actualmente influyen en el precio de los medicamentos en el Perú?

El Perú tiene una política de libre mercado, una política de apertura comercial que, desde mi punto de vista es bastante desinhibida, donde bienes que son esenciales se encuentran subordinados a los intereses de las empresas, lo que no asegura su disponibilidad. El alto precio de un medicamento se podría deber a que hay un costo de fabricación, un costo de investigación y desarrollo que es legítimo que la empresa recupere, un margen comercial… pero lo que vemos hoy es consecuencia de la concentración del mercado, de la ausencia de una norma que regule, que haga un control previo de fusiones y adquisiciones. Hoy las cadenas de boticas están concentradas en un solo dueño, que lo que hace es mandar fabricar a un laboratorio nacional sus propias marcas. Al laboratorio X le mandan a fabricar el producto Ciprofloxacino y le ponen su marca, Corflex. Ese laboratorio X también fabrica Ciprofloxacino sin marca, y lo vende a 15 céntimos, mientras con la marca de la cadena cuesta 2.50 soles. Son 16 veces más.

¿Por qué tanta diferencia de precio si las cadenas no invierten en investigación y desarrollo?

Hay un precio injustificado, que pueden fijarlo porque tienen una posición de dominio del mercado, ya que las cadenas se encuentran frente a los hospitales, y un ciudadano que va a un hospital, que no encuentra sus medicamentos, sale desesperado, cruza la pista y lo primero que va a encontrar es una cadena que le va a ofrecer como primera opción el medicamento de su propia marca, y dada la premura y la desesperación va a terminar pagando 2.50 soles por un medicamento que fabricado en el mismo laboratorio, con la misma máquina, con las mismas tecnologías puede llegar a costar 15 céntimos. Para ciprofloxacino, que es un antibiótico, existen en el mercado 15 variedades, 15 marcas diferentes, 15 proveedores diferentes, en una cadena solo encontramos la marca de la cadena, y a veces una segunda opción, pero las 13 otras marcas que están en el mercado no aparecen. El ciudadano tiene menos posibilidades de elegir, de tomar decisiones informadas. Lo único que le queda es comprar lo primero que le ofrecen.

Hemos visto en prensa en las últimas semanas reportes sobre las diferencias entre los precios de los medicamentos en ciudades de la costa, principalmente en Lima, y en otras ciudades. ¿A qué se deben estas diferencias?

En Lima tenemos un grave problema de desabastecimiento público. En el 2016 se declaró en emergencia a todos los hospitales públicos porque no habían medicamentos. De 103 millones que se dieron para para solucionar esto y solo se gastaron 28 millones. No hubo capacidad de gasto. En el 2017 la compra corporativa -que se hace para abastecer de medicamentos a los gobiernos regionales, a algunas municipalidades, a Essalud, a las Fuerzas Armadas- se retrasó 5 meses; hasta hoy sufrimos las consecuencias. Eso hace que el ciudadano en Lima salga del hospital y encuentre un medicamento a alto precio.

La Defensoría del Pueblo hizo un levantamiento de información a nivel nacional y encontró diferencias de hasta 26 veces más. La Comisión de defensa al consumidor del Ministerio de Salud informó que las diferencias pueden llegar hasta 30 veces más (entre ciudades del país). Una persona de la sierra, los más pobres, pagan más por el mismo medicamento hasta 30 veces más. Este signo grave de inequidad simplemente obedece a que hay menos oferta, menos boticas y el desabastecimiento que se sufre a nivel nacional hace que el ciudadano pague este alto precio. Lo que el Estado se niega a ver es que las personas que no han tenido el dinero para pagar esas diferencias simplemente no han podido recuperar su salud. Y los que pueden, pagan más que aquellas personas que vivimos en Lima y que tenemos un ingreso de la media hacia arriba. Eso es increíble.

Además de las diferencias territoriales y por tipo de establecimiento en el que se adquieren medicamentos, ¿hay también diferencias por el tipo de medicamentos?

Si medicamentos esenciales, como antibióticos pueden llegar a costar 1.50, 250, 10 soles o 20 soles, hay otros medicamentos mucho más costosos y que están “solos” en el mercado. Hay un medicamento usado en el tratamiento del cáncer de mama, Trastuzumab, que puede llegar a costar hasta 2000 dólares cada ampolla. En el 2015 un estudio concluyó que de 20 medicamentos que están solos en el mercado (que no se venden en boticas, si no que el Estado compra para dárselos a las personas que tienen cáncer) 16 tienen en Perú un precio más alto comparado con Argentina, Brasil, Chile y México. Sabiendo que en el Estado no hay ninguna reacción, lo que hacen las empresas es colocar el precio más alto, y es así que el Estado peruano paga por un medicamento el precio más alto que otros países. Gastamos recursos que bien podrían servir para satisfacer otras necesidades: más camas, más hospitales, mejor pago al personal de salud o reducir la brecha en el sistema de salud. Es un error que un gobierno no tome medidas para asegurar la disponibilidad de medicamentos esenciales y que salvan vidas. Colombia, Brasil, Ecuador, España, tienen un mecanismo para regular el precio, porque los medicamentos son bienes esenciales. Es diferente si hablamos de relojes, de perfumes, de zapatillas, donde el que desea paga el precio y se acabó. Aquí estamos hablando de medicamentos, bienes que son esenciales porque están relacionados directamente con los derechos a la salud y a la vida.

¿Qué pueden hacer los pacientes, sus familias, sus organizaciones ante esta situación? ¿Qué instituciones o agentes pueden actuar en defensa al derecho a la salud?

Hemos estado aceptando durante estos años esta vulneración de derechos como una situación normal. Cuando voy a un hospital y no encuentro medicamentos tengo que reaccionar. Comencemos a hacer cartas al director, porque si el Estado tiene el deber de garantizar la vida, la salud, tiene que garantizar la disponibilidad de medicamentos. Cuando no los hay, pidamos el libro de reclamaciones y dejemos sentado que en ese hospital no se encontró los medicamentos. El ciudadano que está en el Sistema Integrado de Salud (SIS) no debería comprar sus medicamentos en la calle, pues el SIS está obligado a garantizar ese medicamento en ese hospital.

En el caso de un paciente que tiene el dinero y va a una botica a comprar, lo que tiene que hacer es reclamar la lista de precios. De acuerdo al código del consumidor, todos los establecimientos farmacéuticos están obligados a tener un listado de precios, para que el ciudadano pueda tomar la mejor decisión informada. La Defensoría del Pueblo identificó que el 62.8% de los establecimientos privados no la tiene. En ese caso también hay que pedir el libro de reclamaciones y exigir que se cumpla la norma.

También se puede acceder al Observatorio de precios de medicamentos, que es una página web en la que se digita el medicamento prescrito y se muestran todas las opciones a diferentes precios para que tengan una decisión de compra informada.

Si en la botica en vez de ofrecerte el medicamento genérico les dan un medicamento de marca -que usualmente será la marca de ellos- exijan también el medicamento genérico y exijan una, o dos, o tres opciones. Si no hay, que se registre en el libro de reclamaciones.

Cuando uno va en las noches a una farmacia, hay apuro o desesperación, las boticas y farmacias cercanas se encuentran cerradas. Es diferente cuando uno va de día y puedes encontrar opciones. Cuando hay una sola opción, el consumidor debe dejar sentado que hay esa sola opción, y que se le impide tomar una decisión informada.

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