El libro “Riqueza y desigualdad, una visión panorámica” de Germán Alarco, César Castillo y Flavio Leiva trae revelaciones impactantes acerca de la concentración de la riqueza y la forma en que esta genera desigualdad en nuestro país. Actúa.pe conversó con el autor principal, el economista y profesor de la Universidad del Pacífico, Germán Alarco.
Cada vez se dice más que el Perú dejó de ser un país pobre y ahora es un país de renta media. Suena optimista. ¿El problema es de pobreza, o como dice el título de tu libro, de “riqueza y desigualdad“?
El Perú es un país con una economía con un per cápita de 6 mil dólares corrientes. Dicho así no se ve tan mal. Es un asunto de promedios. El problema se suscita cuando evaluamos el ingreso del 10% más rico y del 10% más pobre. El 10% más rico, unas 800 mil familias vive como si estuviéramos, digamos, en España, pero el 10% más pobre vive a nivel de países como Afganistán, Zimbabwe, Malí, Chad o Bangladesh.
Por muchas razones, la pobreza es un problema para una sociedad ¿en qué sentido puede serlo también la riqueza?
La riqueza en sí misma no es un problema. Qué bueno que todos fuéramos ricos, que todos tuviéramos los recursos materiales suficientes para satisfacer nuestras necesidades, recibir los ingresos que permitan que esto se cumpla. El problema que se suscita en relación a la riqueza es cómo se concentra, cómo puede estar en manos de unos pocos, mientras que la mayoría de la población no participa de ella. También es un problema cuando es el primer objetivo de nuestra vida. Ser ricos nos debería permitir ser más libres. Lo que sí es un problema es la elevada desigualdad, que es erosiva del orden social y de las reglas de convivencia; en términos económicos -y hay trabajos empíricos que lo demuestran- las economías altamente desiguales crecen menos y son más inestables. Y en términos políticos también es peligroso: la concentración de poder económico en pocas manos lleva a que los dueños de ese capital, que son pocos, orienten las políticas a favor de sus intereses y no de los intereses de las mayorías. Cuando esto ocurre, las sociedades priorizan el interés privado en lugar del bien público.
Una de las conclusiones de tu libro es que en el Perú la desigualdad es “el doble” de lo que se cree.
Lo que se hace en el primer capítulo del libro es evaluar la información oficial de la distribución personal del ingreso, que se mide a través del índice GINI. El GINI oficial está entre 0.35 y 0.40. Cero es una sociedad totalmente igualitaria y 1 cuando todo está concentrado. Según esa información oficial estamos mejor que Estados Unidos, República Checa, Argentina, Chile o Costa Rica, mejor que Uruguay. Las encuestas nacionales de hogares solo determinan como el hogar más rico a uno con un ingreso de 350 mil dólares anuales, mientras que en la realidad la familia más rica del Perú debe ganar entre US$ 200 o 300 millones al año. Las encuestas oficiales omiten la mitad del ingreso nacional. Con una metodología especial, esa diferencia la reasignamos entre los más ricos y los más pobres. Cuando se ajusta esta información, no solo con la metodología nuestra, sino con la de otros autores como Seminario y Cruz Saco, los indicadores GINI están de 0.60 a 0.7, el doble de la información oficial. La distribución del ingreso está muy concentrada.
En el libro señalas que el origen étnico influye en cómo se ubican las personas en el proceso productivo, lo que, junto a la estructura de propiedad determina la distribución del ingreso. Tu análisis, que es económico, parece sugerir que la desigualdad en el Perú es también una cuestión de piel y apellidos. ¿Lo crees así?
Es cierto. Que tú me digas que hay un caso de una persona que no es de origen étnico “occidental” y que es rico, es cierto, esas personas existen, pero ¿cuántos son?. Muy pocos. Ya que nunca hemos tenido impuestos a la riqueza, la mayor parte [de las fortunas] son resultado de la acumulación de la riqueza por varias generaciones. Claro que también hay algunos ricos recientes, pero pocos. La desigualdad es un fenómeno complejo multifactorial y multidimensional; intervienen factores étnicos, económicos, sociales, elementos políticos, variables de la economía internacional. Por ejemplo, los mineros hoy son más ricos que antes, por el precio de los minerales, que es una variable de la economía internacional. La distribución del ingreso y por tanto la desigualdad, son multidimensionales. Lo étnico no se debe olvidar en una economía como la peruana y como la de los países de la región. ¿Cuántos mapuches millonarios hay en Chile? Los puede haber, pero son muy pocos. La mayoría, por sus desventajas y condiciones de partida -origen de los padres, niveles de ingreso, niveles de educación- no han podido mejorar su posición social ni sus ingresos.
En tu libro críticas las conclusiones sobre distribución del ingreso que se obtienen de la Encuesta Nacional de Hogares [ENAHO], una encuesta que el sector con más ingresos del país no responde. ¿Cómo es un hogar verdaderamente rico, perteneciente a ese porcentaje de la población que no atiende a la ENAHO?
La ENAHO no incorpora la información del 10% de la población más rica del país. Según lo que recoge la ENAHO, un profesor universitario de la Católica, de la Cayetano Heredia o de la Pacífico estaría entre los hogares más ricos. Eso se debe a que ni las clases altas, ni medias altas contestan la encuesta. Eso es un tema grave. Cuando alguien rechaza a los encuestadores, por la metodología, se prefiere dejar la ficha en blanco que usar la información de un hogar adyacente. Me pregunto cuál será la respuesta de una familia verdaderamente rica cuando el INEI les toca la puerta. Si tienen ganas de apoyar, los atenderá el mayordomo, no el dueño. No es mucha información la que se puede capturar. Además, ¿dónde viven los más ricos del Perú? Sí, los ricos de Perú viven en San Isidro, en La Molina, pero también viven en Miami, en Mónaco, en Saint-Tropez. Hay familias que viven buena parte del año en estos lugares. No ganan 300 mil dólares al año, ganan doscientos o trescientos millones de dólares al año. La familia dueña de Interbank, o los Romero o los Brescia, que ganan de doscientos a cuatrocientos millones al año, no responden a esa encuesta.
¿De qué manera puede medirse con mayor efectividad la distribución de los ingresos y la desigualdad?
Si tuviéramos un impuesto a las herencias como tienen los países europeos, tendríamos un registro de la riqueza. Pero en el Perú eso no existe. En Estados Unidos hay impuestos a la riqueza, que lamentablemente se acaban de cancelar con Trump. A partir de esa información que es oficial si se puede armar una estadística de concentración de la riqueza, como han hecho Saez y Piketty para las principales economías desarrolladas, como Francia, Gran Bretaña, Estados Unidos. Pero si tú no tienes ni impuestos al patrimonio, ni impuestos a la riqueza y no te preocupa mucho el impuesto sobre la renta, no vas a tener nunca la información oficial. La que nosotros usamos es la información derivada por la banca de inversiones: Credit Suisse, Boston Consulting Group, Knight Frank, Capgemini. Son consultoras que tienen información sobre los ricos y estimados de la concentración de la riqueza, pero no es información oficial. También está la revista Forbes, pero son fuentes indirectas. Tenemos que hacer un esfuerzo desde el Instituto Nacional de Estadística, tenemos que crear nuevos instrumentos de medición, mejorar la cobertura de las encuestas y ahí recién tendríamos una información más cercana a la realidad.