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Por la igualdad de derechos para las trabajadoras del hogar

Por actua.pe
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Actúa.p entrevistó a Leda Pérez, investigadora que se enfoca en la intersección de los derechos laborales y sociales con género, etnia/raza y clase social. De particular interés son trabajadoras domésticas remuneradas y otras y otros trabajadores de los regímenes laborales especiales. 

Perú ha ratificado el convenio OIT 189 sobre trabajo decente para las trabajadoras del hogar. ¿Cuáles son los aspectos positivos y cuáles las dificultades para establecer un régimen de derechos efectivos para este sector?

La ratificación es una victoria en varios sentidos, desde el hecho de que hubo en el Congreso la conciencia de la necesidad de aprobar y reconocer derechos igualitarios para este sector laboral. También pone de manifiesto los años de trabajo, de activismo, de incidencia que han hecho los sindicatos de trabajadoras del hogar en el mismo Congreso de la República. Ahora, el desafío principal es asegurar que se mantenga la conciencia, el diálogo, la presión para dar el próximo paso que sería la reglamentación. Para lograr conformidad con el Convenio 189, lo primero es modificar la última ley para el sector, que es la ley 27986, la ley de las trabajadoras y trabajadores del hogar, aprobada en el año 2003. Esa ley fue importante porque reconoció a este sector laboral como trabajadores y no como “locadores de servicios”. Pero al mismo tiempo la ley fue una manera de asegurar un trato diferenciado, ya que no previó derechos plenos para este sector laboral. Entonces, si hay consecuencia, para implementar lo ya ratificado, se debe modificar esa ley. Ese es el siguiente paso para que se hagan efectivos los derechos de las trabajadoras en el sentido de la OIT 189.

Quienes se emplean en el trabajo doméstico son históricamente mujeres, de familias pobres y de origen migrante. Teniendo en cuenta estas condiciones, y si vemos el trabajo informal en el Perú como una pirámide, ¿en qué posición encontramos a las trabajadoras del hogar?

Ellas están al fondo del escalafón. Pero no están solas, están al fondo con varias otras mujeres. De hecho, el primer trabajo académico que hice sobre este tema se llama así: “Al fondo del escalafón”. Ellas están al fondo del escalafón, acompañadas por las trabajadoras de la agroindustria y también las trabajadoras de la industria textil. La diferencia es que hay cierta parte de las trabajadores del sector textil y de la agroindustria que están sindicalizadas. Las trabajadoras del hogar, que si bien están sindicalizadas, y están adscritas a sindicatos más grandes como son la CUT y la CGTP, enfrentan más dificultades para organizarse. No tienen una contraparte para la negociación. Además, son en su mayoría altamente informales, lo cual de cierta manera las invisibiliza. Por último, trabajan en un ambiente privado, en una casa, no es una fuerza laboral en la cual se fiscalice con regularidad al empleador para verificar que se está cumpliendo con los derechos. En este sector también se concentran una serie de condiciones: mayoritariamente mujeres, migrantes, son no blancas, son mujeres que han alcanzado un bajo nivel educativo. Esa serie de condiciones las ponen en una situación altamente vulnerable. Si tú juntas eso con el trabajo en una casa privada en alta informalidad, con una sindicalización que no funciona porque no hay una contraparte con la cual negociar, todo ello crea una tormenta perfecta en la que ellas quedan en una situación bastante desventajosa.

Si el grueso del empleo en este sector es informal y los empleadores son familias que no están ni organizadas ni representadas ¿Cuál es el rol de los sindicatos de las trabajadoras del hogar?

En Perú existen dos sindicatos. Si este congreso ha ratificado este convenio es por el trabajo incansable que han realizado estos sindicatos, que han peleado por estos derechos. Lo que no permite la configuración actual del Perú es que se haga realmente una negociación colectiva, porque no hay ni existe un equivalente de asociación de empleadores. Si el Perú no avanzó más rápido en la ratificación del Convenio OIT 189 fue precisamente por el problema de la contraparte. La negociación para OIT tiene un sentido tripartito, y cuando las representantes de las trabajadoras del hogar fueron a Ginebra para el momento en que se estaban estableciendo las bases para ese convenio, ya que no existe un un gremio de empleadores, quien representó a los empleadores fue la CONFIEP, el gremio de los empresarios.

Quienes se resisten al aumento de la RMV señalan que esto solo beneficia a los trabajadores formales, que son apenas el 2% de la PEA. Implican que la RMV no tiene mayor impacto dada la dimensión de la informalidad en el país ¿Cómo impacta la situación del sueldo mínimo en la situación de las trabajadoras de hogar?

En Perú la mayor parte de las personas viven con un trabajo precarizado. Es un país donde a la mayor parte de los trabajadores se le remunera mal y no es que a los formales se les pague tan bien tampoco. ¿Cuán realista es pedir que a estas trabajadoras se les pague el sueldo mínimo vital, que ahora está establecido en 950 soles al mes, cuando la mayor parte del país no gana eso? Tenemos que ir un paso atrás. Una de las razones por las que Perú se demoró tanto en ratificar la OIT 189 tiene que ver exáctamente con este punto, pues se tendría que subir el sueldo a estas trabajadoras hasta hacerlo equivalente con el sueldo mínimo vigente en el país y cualquier movimiento del sueldo mínimo las involucraría a ellas. La ley actual del 2003 ni siquiera reconoce ese piso básico para ellas. Si un empleador dice “yo te pago 1 sol al mes” y hay mutuo acuerdo, sería completamente legal. Con la ratificación del convenio, y con la eventual modificación de la ley nacional para cumplir con este, ellas tendrían que ganar sueldo mínimo y estar registradas con contrato escrito. La ley del 2003 dice que los empleadores deben registrar a las trabajadoras, pero nadie lo corrobora. Con ese registro el empleador tiene también la obligación de aportar al plan médico dentro de Essalud. Son avances hacia la formalidad.

Si ordenamos a los países de América Latina en función de la protección que los Estados brindan a las trabajadoras del hogar ¿En qué lugar de la tabla se encuentra el Perú?

América Latina es muy grande, pero yo diría que en Sudamérica están probablemente en el último tercio. Para hacernos una idea, entre los países de América Latina que han progresado con la ratificación y han hecho reformas importantes en su legislación están Brasil, Chile, Uruguay, Argentina, Bolivia, Colombia (que estaría más cerca al Perú que a los otros países) y Ecuador. Si tú no conocieras nada acerca de ningún país y tú solo miraras las leyes, a lo mejor Perú pareciera mejor, por tener una de las leyes más recientes. Pero cuando tú indagas y miras la ley del año 2003, ves que es una manera legal de seguir discriminando a estas trabajadoras. Brasil avanzó un montón, pero hay problemas todavía muy serios, muy parecidos a lo que se ve y se escucha en el Perú respecto a tratos muy marginantes. Hay avances normativos, pero también hay un tema de la tolerancia frente al trato. Una de las cosas que se cambió a nivel normativo en Chile, uno de los últimos países en ratificar el Convenio 189 en 2015, fue ser muy tajante contra el uso de los uniformes, que no se debieran usar en público. Igual, según la normativa peruana a una trabajadora no se le puede forzar a usar su uniforme en público, pero lo que vemos es otra cosa. También me parece que estamos donde estamos debajo porque si bien aquí los sindicatos actuaron con persistencia, a diferencia de los otros países, no contaron con la cooperación efectiva de diferentes esferas del gobierno. En Chile fue un caso fantástico, el apoyo involucró hasta a la presidenta Bachelet y esa fue una de las razones por las que consiguieron la ratificación en 2015.

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